El prototipo del Rover ExoMars. Créditos: Thales Alenia Space Italia

El programa ExoMars comprende dos misiones: la primera, Trace Gas Orbiter, lanzada en 2016, mientras que la segunda, que comprende un rover y una plataforma de superficie, está prevista para 2022. Juntos abordarán la cuestión de si alguna vez ha existido vida en Marte.

El ExoMars Rover, desarrollado por la ESA, proporciona capacidades de misión clave: movilidad superficial, perforación subterránea y recolección, procesamiento y distribución automática de muestras a los instrumentos. Alberga un conjunto de instrumentos analíticos dedicados a la investigación de exobiología y geoquímica: esta es la carga útil de Pasteur.

El Rover, llamado Rosalind Franklin, utiliza paneles solares para generar la energía eléctrica necesaria y está diseñado para sobrevivir a las frías noches marcianas con la ayuda de nuevas baterías y calefactores.

Debido a las pocas oportunidades de comunicación, solo una o dos sesiones cortas por sol (día marciano), Rosalind Franklin es altamente autónoma. Los científicos de la Tierra designarán los puntos de destino sobre la base de imágenes estereoscópicas comprimidas tomadas por las cámaras montadas en el mástil del Rover.

Rosalind Franklin debe entonces calcular las soluciones de navegación y viajar con seguridad aproximadamente 100 m por sol. Para lograrlo, crea mapas digitales a partir de cámaras estéreo de navegación y calcula una trayectoria adecuada. Se utilizan cámaras para evitar colisiones en primer plano para garantizar la seguridad.

La locomoción se consigue mediante seis ruedas. Cada par de ruedas está suspendido en un carro pivotante de forma independiente (el conjunto articulado que sostiene los accionamientos de las ruedas), y cada rueda se puede dirigir y conducir de forma independiente. Todas las ruedas se pueden girar individualmente para ajustar la altura y el ángulo de Rosalind Franklin con respecto a la superficie local, y para crear una especie de habilidad para caminar, particularmente útil en suelos blandos y no cohesivos como las dunas. Además, se utilizan inclinómetros y giroscopios para mejorar la robustez del control de movimiento. Finalmente, los sensores solares se utilizan para determinar la actitud absoluta del rover en la superficie marciana y la dirección a la Tierra.

Imagen de 360º del Rover Rosalind Franklin. Créditos: ESA

Las imágenes del sistema de la cámara, combinadas con los datos de radar de penetración en el suelo recopilados durante el viaje, permitirán a los científicos en tierra definir las ubicaciones de perforación adecuadas.

El dispositivo de muestreo del subsuelo de Rosalind Franklin luego perforará de manera autónoma hasta la profundidad requerida (máximo 2 m) mientras investiga la mineralogía de la pared del pozo y recolectará una pequeña muestra. Esta muestra se entregará al laboratorio de análisis en el corazón del vehículo. El laboratorio alberga cuatro instrumentos diferentes y varios mecanismos de apoyo. La muestra se triturará hasta obtener un polvo fino. Por medio de una estación de dosificación, el polvo se presentará a otros instrumentos para realizar un análisis químico, físico y espectral detallado.

Traducción no oficial con fines divulgativos.
Créditos: ESA

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