
Parecía que el Sol se encaminaba hacia una pausa histórica en su actividad. Esta tendencia se invirtió en 2008, según una nueva investigación.
Un nuevo estudio de la NASA muestra que el Sol se ha vuelto cada vez más activo desde 2008. Se sabe que la actividad solar fluctúa en ciclos de 11 años, pero existen variaciones a largo plazo que pueden durar décadas. Un ejemplo: desde la década de 1980, la cantidad de actividad solar había disminuido constantemente hasta 2008, cuando la actividad solar fue la más débil registrada. En ese momento, los científicos esperaban que el Sol entrara en un período de actividad históricamente baja.
Pero entonces, el Sol invirtió su curso y comenzó a volverse cada vez más activo, como documenta el estudio, que aparece en The Astrophysical Journal Letters. Esta tendencia, según los investigadores, podría provocar un repunte de los fenómenos meteorológicos espaciales, como tormentas solares, erupciones solares y eyecciones de masa coronal.
“Todo apuntaba a que el Sol entraría en una fase prolongada de baja actividad”, declaró Jamie Jasinski, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en el sur de California, autor principal del nuevo estudio. “Por eso, fue una sorpresa ver que esa tendencia se revertía. El Sol está despertando lentamente”.
El registro más antiguo de la actividad solar comenzó a principios del siglo XVII, cuando astrónomos, incluido Galileo, contaron las manchas solares y documentaron sus cambios. Las manchas solares son regiones más frías y oscuras de la superficie solar, producidas por la concentración de líneas de campo magnético. Las zonas con manchas solares suelen asociarse con una mayor actividad solar, como las erupciones solares, que son intensos estallidos de radiación, y las eyecciones de masa coronal, que son enormes burbujas de plasma que brotan de la superficie solar y se extienden por todo el sistema solar.
Los científicos de la NASA rastrean estos fenómenos meteorológicos espaciales porque pueden afectar a las naves espaciales, la seguridad de los astronautas, las comunicaciones por radio, el GPS e incluso las redes eléctricas terrestres. Las predicciones del clima espacial son cruciales para apoyar a las naves espaciales y a los astronautas de la campaña Artemis de la NASA, ya que comprender el entorno espacial es vital para mitigar la exposición de los astronautas a la radiación espacial.
Con lanzamiento previsto para el 23 de septiembre, las misiones IMAP (Sonda de Mapeo y Aceleración Interestelar) y el Observatorio Carruthers Geocorona de la NASA, así como la misión SWFO-L1 (Seguimiento del Clima Espacial en Lagrange 1) de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), proporcionarán nuevas investigaciones y observaciones del clima espacial que impulsarán futuros esfuerzos en la Luna, Marte y más allá.
La actividad solar afecta los campos magnéticos de los planetas de todo el sistema solar. A medida que aumenta el viento solar (una corriente de partículas cargadas que fluye desde el Sol) y otras actividades solares, la influencia del Sol expande y comprime las magnetosferas, que sirven como burbujas protectoras de los planetas con núcleos y campos magnéticos, incluida la Tierra. Estas burbujas protectoras son importantes para proteger a los planetas de los chorros de plasma que emanan del Sol en el viento solar.
Durante los siglos que se han estudiado la actividad solar, los períodos de menor actividad solar fueron un período de tres décadas, de 1645 a 1715, y otro de cuatro décadas, de 1790 a 1830. “No sabemos realmente por qué el Sol experimentó un mínimo de 40 años a partir de 1790”, afirmó Jasinski. “Las tendencias a largo plazo son mucho menos predecibles y aún no las comprendemos por completo”.
En las dos décadas y media previas a 2008, las manchas solares y el viento solar disminuyeron tanto que los investigadores esperaban que el “mínimo solar profundo” de 2008 marcara el inicio de un nuevo período histórico de baja actividad en la historia reciente del Sol.
“Pero la tendencia a la disminución del viento solar cesó, y desde entonces los parámetros del plasma y del campo magnético han aumentado de forma constante”, afirmó Jasinski, quien dirigió el análisis de datos heliosféricos disponibles públicamente en la plataforma OMNIWeb Plus, administrada por el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.
Los datos que Jasinski y sus colegas extrajeron para el estudio provienen de una amplia colección de misiones de la NASA. Dos fuentes principales —ACE (Explorador de Composición Avanzada) y la misión Wind— se lanzaron en la década de 1990 y han proporcionado datos sobre la actividad solar, como el plasma y las partículas energéticas que fluyen desde el Sol hacia la Tierra. Las naves espaciales pertenecen a una flota de misiones de la División de Heliofísica de la NASA diseñadas para estudiar la influencia del Sol en el espacio, la Tierra y otros planetas.
Traducción no oficial con fines divulgativos del artículo original en Inglés.
Créditos: NASA / JPL-Caltech