Siguiendo con su técnica de ensayo-error, SpaceX realizó el pasado 2 de febrero una nueva prueba de su cohete Starship. Aunque el cohete reutilizable no consiguió aterrizar de vuelta a la plataforma de lanzamiento, SpaceX lo consideró como una prueba satisfactoria de los mecanismos de control de vuelo de alta altitud y los datos recogidos servirán para introducir mejoras en las próximas pruebas.
El Starship número de serie 9 (SN9) completó la segunda prueba de vuelo a gran altitud de SpaceX de un prototipo de Starship desde su base en el condado de Cameron, Texas.
Similar a la prueba de vuelo a gran altitud de la nave espacial número de serie 8 (SN8), SN9 fue impulsado durante el ascenso por tres motores Raptor, cada uno de los cuales se apagó en secuencia antes de que el vehículo alcanzara el apogeo, aproximadamente a 10 kilómetros de altura. SN9 realizó con éxito una transición de propulsor a los tanques de cabecera internos, que contienen el propulsor de aterrizaje, antes de reorientarse para la reentrada y un descenso aerodinámico controlado.
El prototipo Starship descendió bajo un control aerodinámico activo, logrado por el movimiento independiente de dos aletas delanteras y dos traseras en el vehículo. Los cuatro flaps son activados por una computadora de vuelo a bordo para controlar la actitud de Starship durante el vuelo y permitir un aterrizaje preciso en la ubicación prevista. Durante la maniobra de aterrizaje, uno de los motores Raptor no se volvió a encender y provocó que SN9 aterrizara a alta velocidad y experimentara un RUD (Siglas inglesas de Desmontaje Rapido no Programado, eufemismo de estrellarse).
Estos vuelos de prueba tienen como objetivo mejorar la comprensión y desarrollo de un sistema de transporte totalmente reutilizable diseñado para transportar tanto la tripulación como la carga en vuelos interplanetarios de larga duración y ayudar a la humanidad a regresar a la Luna y viajar a Marte y más allá.
Créditos: SpaceX